Saturday, December 24, 2005

Investigación comprobó que estos menores sufren menos depresión y no se rinden ante los fracasos y obstáculos
Narrar a hijos la historia de la familia mejora su salud mental
Cuando los hijos escuchan los relatos sobre cómo se conocieron los papás, dónde se casaron los abuelos o las travesuras de sus tíos, sienten crecer el sentido de pertenencia y surge un profundo cariño hacia sus propias raíces. La idea es narrarles también las historias de esfuerzo y adversidad, para que aprendan que es posible salir adelante a pesar de los problemas.
Fecha edición: 24-12-2005




La Navidad es una ocasión propicia para compartir con los menores las historias que han dado forma a una familia.





A. Juntos en la mesa familiar
Esta noche, cuando la familia se encuentre reunida cenando y celebrando la Nochebuena, observe a sus hijos: seguramente probarán apenas su comida esperando abrir sus regalos. Si son más grandecitos, escucharán las bromas de los adultos e intentarán participar. Aproveche un espacio de silencio para mirar a algunos de ellos a los ojos y comience a decir algo como "la primera vez que vi a tu mamá (o papá) fue en la puerta de la biblioteca de la universidad".
Notará de inmediato que sus ojos comienzan a brillar mientras escuchan la historia de amor que, para ellos, es la más importante: el relato de cómo se conocieron sus padres. Si se suman las primeras travesuras de los niños, anécdotas de los tíos y recuerdos de los esfuerzos hechos por los abuelos para sacar adelante a la familia, concentrará la atención de los niños y jóvenes por largo rato.

B. Raíces propias
Sin embargo, lo más importante es que las reuniones es donde se cuenta a los hijos la historia familiar tienen un efecto importante en su desarrollo emocional y salud mental. Así lo comprobó un estudio de la U. de Emory, en EE.UU., que siguió a 40 familias durante dos años para ver cuál era el efecto de estos ritos: descubrieron que los menores que conocían su historia familiar presentaban menos índices de depresión, reconocían tener un lugar de importancia en el árbol familiar y mostraban más confianza en sí mismos. Su autoestima es más sólida y, además, muestran tener buena capacidad para relacionarse con sus pares en forma saludable.
En el estudio, por ejemplo, una joven que fue rechazada de la universidad a la que más anhelaba entrar, pasó por un momento de tristeza y luego dijo: "Pero seré feliz en donde quede", según narró su madre a los investigadores.

C. Cómo deben ser las historias
De acuerdo con los expertos, no se trata sólo de narrar las anécdotas hermosas y con un final feliz. Otros trabajos hechos por el sicólogo Dan McAdams han mostrado que las historias de esfuerzo y superación son las que más marcan a los jóvenes en su desarrollo. La idea, advierte el experto, es que sepan -por ejemplo- cómo vivieron sus abuelos los períodos de crisis económica o cesantía, el traslado a ciudades nuevas donde no conocían a nadie o, incluso, los fracasos matrimoniales. De esta forma, "van aprendiendo que la vida no es una línea recta, que hay altos y bajos. Ellos saben que su familia a ratos lo ha pasado mal, pero también están conscientes de que lograron salir adelante: así, si sucede que en la vida les toca caer, sabrán que lograrán ponerse de pie y seguir avanzando", dice Marshall Duke, uno de los autores del estudio de Emory.

D. Adultos solidarios
McAdams ha visto en la práctica el resultado de este tipo de formación. Analizando los estilos de crianza, descubrió que los padres que más apoyaban a sus hijos y les entregaban armas para la vida solían ser los que, de acuerdo con los niños, les contaban a menudo relatos de las vivencias y adversidades familiares para ayudarlos a entender cómo superar un problema. Además, observó que los menores que escuchan cómo sus padres experimentaron la tristeza, por ejemplo, de perder a un ser querido, manejaban mejor sus propias emociones negativas y consideraban que los eventos tristes que ocurrían en la vida se podían superar.


Datos clave

Tips para padres
Haga comidas familiares a menudo e intente almorzar con sus hijos durante la semana.

Cuente a sus hijos la historia de sus abuelos y bisabuelos, muéstreles en un mapa dónde nacieron y fotos antiguas.

Hable abiertamente sobre las experiencias negativas, como la pérdida de un trabajo o el fallecimiento de un ser querido, y dígales también cómo lo superaron.